“Si yo pudiera hacer una pizza gigante sobre la educación, la base, la masa, estaría hecha de respeto y luego, todos los demás ingredientes” (César Bona).
El respeto es fundamental en cualquier estadio de la vida y comienza por ser un acto intrapersonal. El respeto a uno mismo es esencial para poder establecer relaciones satisfactorias en todos los ámbitos de la vida como el familiar, el laboral, el deportivo y el educativo. No en vano se escucha muy a menudo la frase: respetarse a uno mismo para que los demás te respeten.
Y es que practicar los valores también es respeto, ya que el hombre, por naturaleza, es un ser social y de sociedad. Respetar implica, entre otras cosas, no querer dañar la integridad y la sensibilidad de la otra persona, algo que podría traducirse como empatía: ese acto de reconocer y ser capaz de ponerse en el lugar del otro. Y eso solo puede nacer desde el respeto.
El respeto en la educación deriva en muchos aspectos que comienzan cuando se considera el derecho al tiempo del niño; concienciados de que no se debe forzar a madurar antes de su ritmo y que, por ende, se les ha de permitir vivir cada etapa plenamente y respetar lo propio en cada período. BeKith, consciente de esto, siempre ha enseñado inglés de la manera más natural que existe, creando el ambiente idóneo para que los pequeños se sientan motivados por el juego, el movimiento, la música y las manualidades y respetando la evolución de sus habilidades para ponerlas en práctica en el tiempo de trabajo en mesa.
Cuando el maestro no limita los sueños de sus alumnos también educa desde el respeto. Esta relación alumno-maestro, que se desarrolla a lo largo demuchos años en el entorno más importante después del hogar y quizás en el que más tiempo pasan los alumnos, es clave para cultivar el respeto. Por lo tanto una enseñanza sincera, coherente y que respete a los estudiantes requiere de un esfuerzo importante para saber escuchar, emocionar, promover o bien emprender.
El respeto en la educación también se extiende desde las dimensiones emocionales de la enseñanza, de modo que el educador debería ser capaz de ganarse ese respeto y no imponerlo, de fomentar la creatividad y estimular la curiosidad del alumnado, de mostrar la importancia de la gratitud con actos sinceros cada día, en fin, darles las herramientas para la vida y “alfabetizarlos” en valores.
Jamás se debe perder este vínculo de respeto alumno-maestro, una relación que puede parecer dispar porque es el segundo quien siempre deberá mostrar con el ejemplo los límites infranqueables de una sana interacción. Es un aspecto clave en las relaciones escuela-familia pero también entre profesores ya que del trabajo en equipo surgen las grandes ideas y son el motor de la puesta en marcha de infinidad de iniciativas que revolucionan cada día la educación en las escuelas, colegios, institutos y universidades..
BeKith nombra el Respeto como el primero de sus valores “core”, sin querer restarle importancia a los otros, más bien ubicándolo en la base de la construcción de los valores.
Mar Romera dijo: “el amor se ancla en la admiración” y para BeKith el respeto también se ancla en la admiración y en establecerlo como norma fundamental para que todas las relaciones sociales sean reales y de calidad.